El
clima de Córdoba se nos presenta condicionado, tanto por
los fenómenos atmosféricos como por las características físicas
de su relieve.
La ciudad
limitada orográficamente hacia el norte por Sierra Morena,
abierta de este a oeste por el valle del Guadalquivir, y
expandida hacia el sur por la conformación de la Campiña
miocénica, alberga un tipo de clima que podía considerarse
Mediterráneo, pero que en realidad presenta todas las
características de un clima Continentalizado, a raíz del
Microclima que la ciudad genera.
Las masas de aire
húmedas procedentes del Atlántico se encuentran la barrera
orográfica de la Sierra, las cuales en su recorrido a lo largo
de éstas van descargando las precipitaciones en su ladera de
barlovento, con lo cual al llegar a la capital cordobesa toda su
humedad ha desaparecido. Es decir, Sierra Morena supone una
fuerte barrera física que impide la descarga de precipitaciones
que frecuentemente proceden del Atlántico.
Es por tanto, el
Valle del Guadalquivir el que facilita la llegada de
precipitaciones a la capital. Las masas de aire cálidas
procedentes del norte de África no encuentran barrera orográfica
alguna en su recorrido desde el Golfo de Cádiz hasta Córdoba , y
es en ese mismo recorrido por la costa africana cuando recogen
la humedad que el océano les proporciona, convirtiéndose en
masas de aire húmedas y cálidas. Por tanto, cuando descargan sus
precipitaciones lo hacen de manera continuada y abundante.
Es así como
Córdoba recibe su período de lluvias, que suele desarrollarse
entre las estaciones de otoño y de primavera.
A pesar de todo
ello, el clima de la ciudad cordobesa se caracteriza por un
régimen de precipitaciones vinculado al de las latitudes medias,
y fuertemente influenciado por el continente africano.
El influjo del la
gran masa terrestre que es África hace que Córdoba sea una
ciudad marcada por los fuertes contrastes climáticos. Así,
podemos encontrar desde inviernos con temperaturas que no
sobrepasan el grado bajo cero, hasta veranos donde el termómetro
supera los 45
llegan a la
ciudad con un aumento considerable de las temperaturas al haber
recorrido un vasto territorio en planicie.
A ello habría que
añadirle la incidencia solar que en la capital cordobesa es
considerable, proporcionándonos una media de 143 días despejados
frente a los 76 que se nos muestran cubiertos.
A la vez la
propia ciudad genera intrínsecamente un Microclima urbano; es
decir, mediatizado por sus construcciones y edificios, los
materiales con los que éstos están realizados y las
características de las vías en las cuales están instalados.
Llegamos, por
tanto, a la conclusión de que el clima de Córdoba se caracteriza
por presentar inviernos con temperaturas extremas y ciertas
precipitaciones, que generan grandes heladas debido a la
incidencia del frío, lluvias en sus estaciones equinocciales y
tórridos veranos que avecinan tormentas a la caída del día. |