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Paisaje de La Costa del Sol

Costa del Sol y Málaga

 

 
 
Fenicios, griegos, cartagineses, romanos...las principales civilizaciones mediterráneas encontraron en Málaga hace más de dos milenios un enclave privilegiado para el establecimiento de rutas comerciales, gracias a la estratégica situación de su puerto. La Alcazaba (s. VIII-XI) es, además de uno de los símbolos de la ciudad, una de las mayores fortalezas árabes de Andalucía. En esta edificación tiene su sede el Museo Arqueológico, que contiene valiosas piezas de las épocas fenicia y romana.

Desde el Castillo de Gibralfaro (s. XIV), unido a la Alcazaba por un lienzo de muralla, se obtienen las mejores vistas de la ciudad, que se abre al mar con el puerto y el paseo marítimo de La Farola, una de las principales zonas de ocio de la ciudad. A los pies de Gibralfaro se extienden el Teatro Romano, la plaza de toros (conocida como La Malagueta) y el casco histórico de la ciudad.

En su centro se levanta la Catedral (s. XVI-XVIII), también conocida como “la Manquita” por su inacabada torre derecha. Este templo, de bellísima factura renacentista, conserva un interesante conjunto de capillas que contienen buenos ejemplos de la imaginería andaluza. En el barrio viejo destacan otras iglesias como la de Santiago (s. XV-XVIII), con bella torre mudéjar, la de los Mártires, el Sagrado Corazón y el Santo Cristo de la Salud.

La Málaga histórica ofrece innumerables lugares y rincones típicos. Así, puede admirarse la fachada del Ayuntamiento, de principios del siglo XX, o bien la plaza de la Merced, presidida por el Monumento a Torrijos y donde queda emplazada la casa natal del célebre pintor Pablo Ruiz Picasso. El recorrido por el casco antiguo ha de pasar por el concurrido Pasaje de Chinitas, la calle Granada, con el Museo de Bellas Artes, o la calle Larios, principal arteria del casco antiguo.

La capital malagueña dispone, asimismo, de amplias zonas verdes, como el Parque, la Alameda Principal, los jardines de Puerta Oscura y Pedro Luis Alonso.

Pero no sólo es recomendable la visita al centro de la ciudad. También merece la pena recorrer y conocer el sabor cotidiano de los distintos barrios adyacentes, como El Perchel, El Egido o La Trinidad.

La Costa del Sol

Gastronomía, fiestas y alrededores

Una buena época para visitar Málaga es durante la Semana Santa. Esta fiesta, declarada en Málaga de Interés Turístico Internacional, sobresale por sus monumentales pasos y por el fervor popular que despierta en cada barrio. Una de las mejores opciones de alojamiento en la capital malagueña pasa por el Parador de Málaga Gibralfaro, ubicado junto al Castillo. Conviene, sin embargo, reservar alojamiento con suficiente antelación durante esas fechas.

En sus alrededores, Málaga invita a recorrer una provincia marcada por los fuertes contrastes existentes entre los pueblos del interior y la costa. La Costa del Sol abarca unos 300 kilómetros del litoral mediterráneo correspondiente a la provincia de Málaga.

Protegida de los vientos del Norte por una cadena montañosa que en ocasiones desciende hasta el mismo mar, esta costa protegida es una sucesión de extensas playas, calas semiocultas entre acantilados, puertos deportivos y fondeaderos para la pesca. El clima templado, la escasez de lluvias y la brisa marina dan lugar a una vegetación semitropical en la que son frecuentes las palmeras, los cipreses, las buganvillas, las adelfas y los hibiscos. La proximidad de escenarios muy dispares -la montaña, los valles cubiertos de huertas y el mar- es, sin duda, uno de los mayores atractivos de este litoral, que reúne todos los atractivos del paisaje y la cultura mediterráneos. En la actualidad, a los pueblos de aire rural se han sumado las urbanizaciones, los puertos deportivos, los campos de golf, los centros de diversión, las salas de fiestas y muchas otras atracciones turísticas que, afortunadamente, conviven con la atmósfera tradicional y apacible que envuelve unos cascos urbanos prodigiosamente conservados iguales a sí mismos. El veraneo de playa, con todos los atractivos que puede llegar a tener en este rincón del Mediterráneo, no es, sin embargo, lo único que ofrece la Costa del Sol: el viajero tiene ante sí la oportunidad de entrar en contacto, mediante desplazamientos siempre breves, con lo más genuino de la cultura andaluza. Además de las demostraciones folklóricas que se ofrecen en los núcleos turísticos, es posible también acceder a lo más íntimo y vivo de las celebraciones populares. Las fiestas, la Semana Santa, los certámenes de cante y las corridas de toros Son seguramente lo más recomendable para aquellos viajeros que no se conforman con lo primero que encuentran. Degustar los vinos de la tierra en entrañables bodegas de otros tiempos y saborear el "pescadito", frito con las exigentes normas de la cocina popular, son las tentaciones en las que caerán los viajeros que prefieren la agradable sorpresa de la gastronomía local en la omnipresente cocina internacional.
 

Los amantes del golf tienen un aliciente más para visitar Málaga, ya que dispone de una treintena de campos repartidos por toda la provincia, algunos de los cuales figuran entre los mejores de Europa.

En el interior de la provincia existen varios espacios naturales, como el Parque Natural de Los Alcornocales-Sierra del Aljibe, el Parque Natural de los Montes de Málaga o el Parque Natural de la Sierra de las Nieves. Los paradores de Ronda y Antequera destacan dentro de la oferta hotelera del interior de la provincia. Los productos del mar y del interior dan lugar a una gastronomía muy variada. En la costa, el plato más conocido es el “pescaíto frito” (pescado frito), aunque también son típicos, entre otros, el arroz a la marinera, el rape con patatas y la cazuela de fideos.

Las sopas ocupan un lugar de privilegio en la cocina malagueña, con especialidades como el gazpachuelo (sopa a base de patata y mayonesa) y el gazpacho malagueño o ajoblanco (especie de sopa fría con almendras, aceite, ajos y uvas). Estas recetas pueden acompañarse con los vinos con Denominación de Origen Málaga.

De postre, las opciones pasan por la batata (asada o bañada en almíbar), las tortas de aceite o las pasas de la Axarquía.
 

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