La actual ciudad de Palma fue codiciada, en
tiempos remotos, por romanos, árabes y piratas berberiscos. Fue el
monarca catalán Jaume I el que acabó con el dominio musulmán en la isla
mediterránea (s. XIII), y al que debemos las construcciones más
importantes de Palma.
Tras las murallas dieciochescas que
ahuyentaron a piratas y corsarios, y enclavada en la bahía que lleva el
nombre de la ciudad, se levanta el casco viejo. Antiguas iglesias,
palacios y mansiones señoriales nos hablan de un pasado lleno de
prosperidad.
Sa Seu
La Catedral de Palma (Sa Seu) goza de un
emplazamiento espectacular a orillas de la bahía y el puerto pesquero.
Se trata de un elegante templo gótico, que mantiene una gran armonía a
pesar de su gran tamaño. Mandada construir por Jaume I sobre la antigua
mezquita de la Medina Mayurqa, la Catedral cuenta con
unas altísimas bóvedas; aunque, lo que más llama la atención es un
grandioso rosetón y el singular baldaquino de hierro forjado, obra del
maestro catalán Antonio Gaudí.
Enfrente de Sa Seu, se alza el Palau de
l’Almudaina. El que fuera palacio árabe y residencia de los
monarcas mallorquines, sirve actualmente a usos museísticos. Su aspecto
de fortaleza árabe contrasta con la riqueza ornamental del gótico
flamígero de la Capilla de Santa Ana que alberga en su interior.
Situado en el cercano Passeig Sagrera se
encuentra Sa Llotja (La Lonja). Esta antigua lonja de
contratación, hoy dedicada a exposiciones, es uno de los mejores
ejemplos de arquitectura gótica civil de España. Sus columnas
salomónicas y bóveda de crucería no dejan de extrañar en una
construcción no religiosa. Junto a la Lonja, encontramos el Consolat
(Consulado) de Mar, cuyos arcos renacentistas albergan al gobierno
autónomo.
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Siguiendo el Passeig Sagrera llegamos al
museo de arte moderno Es Baluard, cuya colección está formada por
obras de las tendencias internacionales más significativas desde finales
del siglo XIX hasta la actualidad. En este centro puede contemplar
trabajos de artistas como Cézanne, Gauguin, Picasso, Tàpies, Kiefer o
Barceló, entre otros.
Nuestro recorrido puede continuar por el
Passeig des Born. Se trata de una de las principales arterias de la
ciudad que separa el casco monumental y los barrios marineros, y
populares, de Sant Joan y del Puig de Sant Pere.
Si en la Plaça Rei Joan Carles tomamos la
calle Unió, nuestra siguiente parada es la Fundació la Caixa. El antiguo
Gran Hotel, de estilo modernista, acoge un importante centro cultural.
Casi enfrente, en la pastelería El Forn des Teatre (de peculiar estilo
Art Decó), podemos probar las ensaimadas (bollo de pasta hojaldrada) y
el gató (tarta de almendra) más famosos de la ciudad.
Así, llegamos a la Plaça Major,
de fuerte inspiración modernista. A partir de este punto se abren las
grandes avenidas y ramblas que forman el ensanche de Palma de Mallorca,
la ciudad moderna.
Para volver a la costa desde la Plaça
Major, podemos atravesar el casco viejo y visitar la plaça de Cort, el
Ayuntamiento, el Palau Vivot o la iglesia de Santa
Eulària. El consistorio, popularmente conocido como Cort, asienta su
estructura barroca sobre lo que fuera un hospital del siglo XVI; por su
parte, el templo es la primera construcción cristiana levantada en
Palma, buen ejemplo del gótico catalán. Otras mansiones de la zona son
Can Corbella (de estilo neomudéjar), Can Forteza Rey y el edificio El
Águila (representante del Modernismo).
Otra opción es recorrer el antiguo barrio
judío y el barrio de Sa Calatrava. En este itinerario las citas
principales son el templo gótico de Sant Francesc y, en el corazón del
Call (Judería), la iglesia barroca de Montisió,
asentada sobre una sinagoga. Y, ya cerca del Paseo Marítimo, los baños
árabes, para que no olvidemos que el Califato de Córdoba también dominó
estas tierras.
En esta zona podemos visitar el
Museo de Mallorca. Una colección compuesta por piezas
prehistóricas, romanas, musulmanas y medievales se conservan en este
antiguo palacete.
A dos kilómetros del centro de Palma nos
espera el Castell de Bellver. El castillo se encuentra
sobre una arbolada colina que preside la bahía. Su peculiar planta
circular y la delicadeza de su arquería interior le dan un aspecto más
decorativo que defensivo. En sus dependencias está instalado el Museo
Municipal de Historia.