La isla del viento
La leyenda otorga a los vientos de la tramontana la propiedad de
modificar las conductas. Este sea quizás el misterio y fuerza que atrae
como un imán a aquellos que después de llegar como visitantes no
pudieron nunca más abandonar la isla. Menorca, la más oriental del
archipiélago, tiene una personalidad fuerte y diferente al resto de las
islas. Salpicada de monumentos megalíticos y de múltiples huellas de su
accidentada cultura, ofrece contrastes en sus apenas 700 Km2.
Su superficie casi llana nos brinda la
agradable sorpresa de 216 km. de costa con multitud de playas y calas
solitarias. Menorca, la menor como la llamaron los romanos en
contraposición a la mayor que es Mallorca, presenta una atmósfera casi
intocada, virgen; como si en estas localidades de gentes cordiales y
aguas transparentes, el reloj se hubiera parado en una extraña magia
propicia para descansar.
Menorca: Qué hay que ver
En Menorca encontramos una contraposición
geográfica esencial entre las playas del Sur, migjorn y
las del Norte, la tramuntana. El Sur, con un relieve más
suave, se caracteriza por sus profundos barrancos alfombrados de una
rica vegetación de pinos que llegan casi al mar fundiéndose en playas de
blancas arenas o calas de aguas transparentes. El Norte posee una costa
más abrupta, con potentes rocas en las que rompe el mar.
Si comenzamos a descubrir la isla
partiendo de su capital
Mahón, llegaremos en primer lugar a
Villacarlos, encantador pueblo de poco más de
4.500 habitantes, situado en el puerto de Mahón. La influencia británica
es evidente en su arquitectura. En sus cercanías se encuentran Cala
Llonga y Cala de Sant Esteve. A 8 Km. al Norte de Mahón se
encuentra el Parque Natural des' Albufera des Grau, pequeño lago
que constituye la segunda zona húmeda de las Baleares, tras la
Albufera de Alcudia. El monte mediterráneo convive allí con los
juncos y plantas de la marisma. En invierno se concentran en ella más de
7.000 aves de 150 especies censadas. Y para completar este maravilloso
paisaje, el islote Es Colom, a tan sólo unos 200 metros mar
adentro.
Muy cerca, al Sur, está Sant Lluis, pequeño poblado de 2.200
habitantes que fue fundado en el s. XVIII por los franceses cuando
reinaron en Menorca por corto tiempo. Podrá ver a sus alrededores la
bucólica estampa de las ovejas o las vacas cruzando la carretera. Muy
cerca de este pueblo encontramos Cala Alcaufar una bella playa
con una urbanización de calidad, la Cala d'es
Rafalet, bellísima y muy resguardada playa, y Punta Prima,
preciosa playa de fina arena blanca.
Si nos dirigimos a Torret, que se extiende en el horizonte
salpicada de casas de un blanco pulcrísimo, encontraremos esa Menorca
virgen de la que oimos en algunos relatos ya muy antiguos, con esa
pulcritud y sencillez que la caracteriza. Tendremos que volver a San
Clemente, donde veremos a algunos hippies en bicicleta; la
explicación está en Calas Covas, pues aquí aún viven los
descendientes de aquellos hippies que escogieron esta isla como su
paraíso terrenal. Habitan en cuevas sobre el acantilado, se calientan y
cocinan con gas butano, y su único contacto con el mundo exterior es
mediante una radio de pilas. Ellos son los que mantienen a diario limpia
la cala.
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Desde aquí nos podremos dirigir a Alaior, población industrial
con importante producción de calzado, que ofrece el aspecto de una
pequeña ciudad provinciana. Su pintoresco casco antiguo, con estrechas
callejuelas, casas blanqueadas y mansiones señoriales de los siglos XVII
y XVIII, presenta un singular atractivo. En sus cercanías se
experimentará el privilegio de visitar un verdadero museo
arqueológico al aire libre de restos procedentes de tiempos
inmemoriales, como son la Taula de Torralba y el Talayot
correspondiente, el poblado de Torre d'en Gaumés y la
Basílica paleocristiana de Son Bou. Otra
curiosidad a visitar es el Claustro franciscano de San Diego, ya
que lo que en el pasado fueron celdas de los monjes, hoy son viviendas o
pequeños talleres familiares.
Mercadal está situada a los pies del Monte Toro, la mayor
elevación de la isla, (357 m.). Desde su cumbre se divisa un magnífico
panorama de la misma, abarcándola por completo. Aquí podremos visitar
una interesantísima iglesia de estilo jónico-bizantino, con murales al
óleo representando los misterios del Santo Rosario. De nuevo en la
demarcación de Mercadal podremos maravillarnos de la cantidad de restos
prehistóricos conservados, más de cien puntos de interés arqueológico,
entre cuevas, navetas, monumentos funerarios, necrópolis y
fortificaciones. Un tesoro histórico al alcance de la mano que merece la
pena visitar. Adicionalmente, las playas de Mercadal son bellísimas,
destacan entre ellas las de Triant, Pregonda, Son Saura,
Na Macaret y Puerto de Adaya.
Ferreries, a pocos km. al Oeste presenta la vivacidad de un
pueblecito blanco y rojo de unos 3.000 habitantes.
Dirigiéndonos al Norte, a 10 Km., encontraremos las maravillosas playas
de Arenal d'en Castell, y muy cerca Fornells, pequeño
puerto pesquero de gran tipismo. Aquí también encontraremos, en la
costa, la Cueva Na Pulida, asombrosa gruta con bellísimos juegos
de formas creados por sus estalactitas y estalagmitas.
Dirigiéndonos al Sur, a 9 Km., encontraremos las bellísimas playas
urbanizadas de Santo Tomás, declaradas de interés turístico. Tras
éstas, llegaremos, dirigiéndonos hacia el Oeste, y cruzando
impresionantes paisajes entre rocas y pinares milenarios a las famosas
playas de Santa Galdana de una belleza inolvidable.
Al extremo oeste de la isla y cerca de
Ciutadella, encontraremos calas
paradisiacas como Cala en Blanes, Cala en Forcat ,
Cala en Brut, Cala Santandria y Cala
Blanca.. |